Blancorexia, una nociva obsesión
La blancorexia es a los dientes lo que la tanorexia al color de la piel. El primer término hace referencia a la obsesión de quienes quieren tener unos dientes absolutamente blancos y la segunda a la conducta de quienes se empeñan en lucir un grado máximo de moreno.
Se trata de dos actitudes, en definitiva, que entrañan el riesgo de recurrir a todo tipo de productos y falsos remedios que se considera que van a ayudar a conseguir los objetivos marcados, sin detenerse a pensar en el daño que pueden producir.
Las personas con tanorexia se exponen al sol en las horas de mayor peligro, pasan horas tumbadas bajo lámparas bronceadoras y extienden sobre su piel cremas sin protección.
Quienes buscan un blanco impoluto en su sonrisa no dudan en recurrir a blanqueamientos nada profesionales, a usar dentríficos sin garantías comprados en cualquier lugar o a abrasar sus encías mientras se afanan en cepillarse con limón o bicarbonato. Procedimientos en todos los casos que acaban debilitando y agrietando las piezas dentales e incluso pueden llegar a hacer que se pierdan.
Sonrisas de ordenador
Ante este tipo de comportamiento el mensaje de los odontólogos es que tener unos dientes con mayor o menor grado de blancura depende del esmalte de cada persona, de manera que no todo el mundo puede tener una sonrisa igual de blanca. De hecho, existen una veintena de tonos de esmalte dental y ninguno de ellos es blanco absoluto.
Aclarar el color de los dientes es posible, pero el camino para conseguirlo no son los tratamientos milagrosos que venden sonrisas impolutamente níveas retocadas en un ordenador. Tampoco lo son los remedios caseros aplicados de manera abusiva y sin control.
Colocar fundas excesivamente blancas sobre dientes que no están dañados tampoco es la solución.
Claro que se puede lucir una sonrisa limpia, poniéndose en manos de profesionales que saben cómo hacerlo.
Se puede conseguir con su ayuda y poniendo cuidado por parte de cada uno en mantener una correcta higiene bucodental que implique huir de alimentos con excesiva azúcar y de hábitos como el consumo de tabaco o el exceso de alcohol.
Mejor fiarse de su dentista que de fotos que muestran falsas sonrisas blancas pulidas a golpe de ratón.