España tiene el doble de dentistas de los necesarios

Odontología en España.

Si el Consejo General de Dentistas insiste en pedir a las autoridades universitarias y políticas que pongan freno a la apertura de nuevas facultades de Odontología y establezcan números clausus en las que ya funcionan es por algo.

De toda la Unión Europea, España es el país en el que más odontólogos se gradúan cada año y el cuarto en el que sus ciudadanos menos visitan al dentista.

El problema que ambas realidades supone es que la mayoría de los nuevos licenciados no tenga más remedio que pasar directamente de la Universidad a las listas del paro, que se vean obligados a emigrar o a trabajar por cuenta ajena, con contratos precarios, abusivos y muchas veces incluso ilícitos.

No es solución para ellos, ni tampoco para unos pacientes a los que no les pueden garantizar una asistencia dental de calidad porque con aulas abarrotadas de alumnos no se puede ofrecer una enseñanza de excelencia como la que la profesión exige.

Mejorar las Facultades

Los últimos datos de los que dispone el Consejo de Dentistas indican que en 2014 se licenciaron 33.597 odontólogos en nuestro país y la previsión para 2020 es que se alcancen los 40.000, cifras que ponen de manifiesto que la situación va a empeorar.

Con esos números en la mano, la propuesta que mantiene el órgano profesional es que, en lugar de autorizar la puesta en marcha de nuevas facultades, se identifiquen las carencias del sistema universitario, se realicen ajustes en la oferta académica en los casos en los que sea necesario y que se dote a las aulas ya existentes de los recursos materiales y humanos que necesiten.

Es un contrasentido permitir que se sigan construyendo nuevas facultades de Odontología en nuestro país, no sólo por el coste económico que suponen este tipo de decisiones, sino también y lo más importante, por su coste social”, mantiene Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas de España.

En España hay en estos momentos más del doble de dentistas de los que son necesarios. Solamente entre 1994 y 2010, aumentaron en un 104%, un valor disparatado que encendió las alarmas sobre un futuro que ya es el presente y al que urge poner remedio.

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